La “autoridad moral” de las causas en la Guerra Civil

Es cómico que comunistas marxistas se separen doctrinal y físicamente de los fascistas. ¿No se han enterado de que nazi significa nacional-socialista, y de que lo común a Lenin, Stalin y Hitler es una versión totalitario-mesiánica del socialismo? La divisoria está en defender un socialismo democrático -como empieza a plantearse Saint-Simon hacia 1815- y el socialismo eugenésico apoyado sobre el exterminio o cuando menos la esterilización de las clases medias altas. Resulta asombroso seguir oyendo que Hitler -un devoto incondicional de Lenin- no es socialista en su sentido. En España, por ejemplo, basta leer los textos de Ledesma Ramos y José Antonio para comprobar su adscripción a un totalitarismo dispuesto a fulminar tanto el derecho hereditario como la tradición liberal. Mi padre fue uno de los fundadores de la Falange (creo que hay una línea del Cara al Sol escrita por él) y, al igual que Ridruejo y otros muchos, empezó siendo socialista de Besteiro, decepcionado por atrocidades gratuitas como quemar conventos, violar monjas y asesinar a Calvo Sotelo, líder de la oposición. ¿Qué tal ver a Rubalcaba cosido a balazos por un capitán de la Policía Municipal, y a todo el PP aplaudiendo en Cortes la “liquidación de ese gusano”? Mi padre, que había luchado en el bando republicano, se pasó aprovechando la batalla del Ebro. Un análisis de las deserciones de cada bando -y disponemos de los datos oportunos- despejará cualquier duda sobre la autoridad moral de una u otra causa en aquel preciso momento. Por lo demás, jamás me podré perdonar las críticas que le hice a mi padre, y su amargura al ver que ese arrogante pipiolo era lo bastante trivial como para querer reeditar la Guerra Civil.

Antonio Escohotado, filósofo y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED, en una entrevista para la Revista Leer