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Matteo Salvini, secretario federal de la Liga Norte y eurodiputado.

Matteo Salvini, secretario federal de la Liga Norte y eurodiputado.

¿Por qué hay personas que votan a partidos xenófobos? La respuesta, me temo, no admite reduccionismos o simplismos. Un cúmulo de estímulos y desinformación. Errores de otros, también. En Cataluña, Plataforma per Catalunya está en vías de extinción, por suerte. Pero el populismo tiene su válvula de escape en otras marcas, muy catalanas, por desgracia. En Italia, Matteo Salvini se atreve a fotografiarse -la imagen es de su cuenta tuitera- de esta manera y, tras unas elecciones regionales, asegurar que “la verdadera alternativa de Gobierno somos nosotros”. Anteponer personas (y sus derechos) al hecho fortuito de nacer en un lugar u otro.

Héroes como Saviano

Dice Roberto Saviano que añora los momentos en los que era un anónimo ciudadano paseando por las calles italianas o podía comer pizza con sus amigos sentado en alguna terraza. Lo recogía The Times este martes en un artículo de opinión firmado por el escritor y nos regalaba un abstract Público este jueves. Ser héroe es algo que ya no se lleva; héroe como los de antes, claro. Héroes como Saviano. Héroes como todos los ciudadanos del País Vasco -y del resto de España, por extensión y explosión- amenazados, por activa o por pasiva, por ETA. Héroes como los colombianos -y aquí Chávez y Correa tienen mucho de culpa- que viven bajo la tensión de no saber si esta noche dormirán en casa o en la selva con las manos atadas. Héroes como las mujeres de Ciudad Juárez, en México.

Pero los héroes, los más notorios y los menos públicos, los voluntarios -como Saviano- y los involuntarios -como las mujeres de Juárez-, son nuestros héroes. Es imposible ponerse en el lugar del escritor italiano cuando describe su vida como la rutina de portar encima, y siempre rodeado de guardas de seguridad, tres bolsas: “una con calcetines, calzoncillos, camisetas, pantalones, una chaqueta y algunas camisas. Más una con medicinas, cepillo y pasta de dientes y un cargador de móvil, y otra llena de libros y papeles y mi ordenador. Es todo”. ¿Quién no puede odiar este tipo de vida cuando echa la vista atrás y se ve rodeado de amigos?

La heroicidad tiene un precio, siempre lo ha tenido, y la sociedad y los estados no deberían olvidarse de aquellos que la hacen posible. Sin héores, como los de antes, como Saviano, los malos -y no los de las películas- siempre ganan.