Prim y el editorial de ‘El País’

El editorial de hoy de El País. No hay socialismo español sin el PSC, dicen, y se sitúa entre “los jacobinos” y “los más federales”. ¡Qué alguien me presente a los primeros! La voz publicada de la familia socialista considera que es “manejable” que el PSOE sufra un par de crisis devastadoras -una es la presente- en su relación con el PSC cada 40 años. ¡Quia! Solo hay que contar en el Congreso de los Diputados las sillas con una rosa roja para comprobar cuan erróneo anda el editorialista. ¿Y qué decir del Parlamento de Cataluña? Pese a esto, lo más lamentable del texto de El País es el olvido y las anécdotas elevadas a categoría: “De hecho, no ha habido ningún primer ministro catalán desde el general Prim, hace ya algún tiempo. Mejor que nadie juegue con fuego”. Estanislao Figueras y Francisco Pi i Margall. Así está la familia socialista. Pero no importa, con fuego se queman otros.

Arrepentimiento y ley

Palco presidencial del Camp Nou durante el himno nacional y la pitada por parte de aficionados del Barça y del Athletic (foto: 'El Plural').

Palco presidencial del Camp Nou durante el himno nacional y la pitada por parte de aficionados del Barça y del Athletic (foto: ‘El Plural’).

Dice el editorialista de El País que “los presidentes de Cataluña y País Vasco deberían pronunciarse sobre la pitada al himno y al Rey”. Se refiere a lo sucedido el pasado sábado durante la Final de la Copa del Rey de fútbol, entre el F.C. Barcelona y el Athletic de Bilbao. Desde luego, una expresión de odio en toda regla. Aparentemente minoritaria pero muy ruidosa. Artur Mas, a quien se le insta desde El País a que se pronuncie, ya lo hizo, por activa y por pasiva -como se muestra en la imagen que acompaña este post-. ¿Acaso se le pide que reconozca su arrepentimiento? Sin embargo, lo más sorprendente del texto editorial es la parte en la que se admite la victoria de los que se sitúan al margen de la ley: “Lo de los pitidos no tiene solución que no implique riesgos graves: no es posible suspender el evento antes de que ocurra la ofensa ni prohibirlo una vez producida con 90.000 personas en el estadio; y tampoco plantear sanciones indiscriminadas”.

El Gobierno no aprueba leyes

Apertura de la versión digital de 'El País' la tarde del viernes 20 de diciembre de 2013.

Apertura de la versión digital de ‘El País’ la tarde del viernes 20 de diciembre de 2013.

“El Gobierno aprueba la ley del aborto más restrictiva de la democracia” o “La nueva ley del aborto suprime el supuesto de malformación del feto”. Son dos ejemplos (El País y La Vanguardia, respectivamente) de apertura en portada de la tarde de este viernes en las versiones digitales de la prensa en España. Los diarios nativos de internet titulan de forma similar.

Sin embargo, el Consejo de Ministros de esta semana (de hoy) no ha aprobado ningún proyecto de ley, y mucho menos una ley, pues el Ejecutivo no aprueba leyes; como mucho decreto-leyes, que han de ser ratificados por el Congreso. El ministro de Justicia ha dado cuenta al resto de ministros de un informe sobre el anteproyecto de ley que pretende reformar la conocida como ley del aborto y titulada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, en vigor desde 2010.

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Pujol, omnipresente

A Convergència Democràtica de Catalunya (CiU, por extensión) le ocurre como al PRI mexicano o al nuevo kirchnerismo argentino, o, por qué no, al PC chino. Tantos años en el poder ejecutivo les atrofia la visión del mundo real, el que les rodea. No distinguen entre partido y gobierno. También ocurre en otros lugares de España. Andalucía, verbigracia. Y con el PSOE como protagonista. Quizás, también en Galicia, con el PP.

En Cataluña, un ejemplo del control absoluto que ostenta CiU se puede ver (o, precisamente, no ver) en las sombras de Jordi Pujol en la política autóctona. Son muchas. Innumerables. Pero hay una que, muy sutilmente y con la boca pequeña, desmiente el propio ex presidente autonómico sin que obtenga respuesta. Es un ejemplo del mito que se crea alrededor de los populismos. Como si Néstor guiara a Cristina en la Casa Rosada.

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