Germán Yanke, en 2001 para ABC:
“Es muy difícil aguantar, pero este oficio es una carrera de fondo donde lo fácil es lanzarse a buscar con afán el éxito rápido. Por eso se está perdiendo la figura del gran editor de Prensa que entiende la publicación como un proyecto intelectual”.
Y en 2008:
“Si hay que elegir entre salirse con la suya (y con los intereses coyunturales) y ser razonable, dice el filósofo alemán Robert Spaemann, la ética del debate público, y de la información, exige elegir el intento de ser razonable. Es decir, huir del dogmatismo y del grito, contemplar las cuestiones candentes con la cuota necesaria de escepticismo e ironía que evita la ceguera, saber que hay cosas sencillas («una noticia es lo que sabemos hoy y no sabíamos ayer», como dicen en la redacción del Washington Post) y otras complicadas que no se pueden obviar: que a veces faltan noticias porque hay quien desea ocultarlas, que a menudo hay noticias que «no nos convienen», que el periodista es depositario de un derecho que es de los ciudadanos, el que tienen a la información y no representa, sin embargo, partidos y políticos”.