La historia se tergiversa a medida que la olvidan los protagonistas. O, para ser más exactos, la historia se enreda cuando desaparecen los protagonistas. Así ocurre en España actualmente. Hay ciertos políticos -que no han abierto un libro de historia desde que dejaron el instituto- que creen que gobernando en el presente (o controlando a los gobiernos actuales) pueden cambiar el pasado. Ya no sólo influir en el futuro sino que cambiar y modificar el pasado a gusto suyo.
Sorprende que ERC proponga en el Parlamento nacional que la sede de la Jefatura Superior de Policía Nacional en Barcelona (sita en Vía Layetana) se convierta en un museo de la represión franquista. Sorprende, sobre todo, porque se omite de forma deliberada las torturas que se cometieron por la policía de la Generalidad, y los anarquistas, antes que la actual sede de la Policía fuese ocupada por las tropas franquistas tras la Guerra Civil.
De esta manera, desde la filas de ERC se intenta borrar la historia de lo que sucedió durante la II República y la Guerra Civil en Barcelona, y tan sólo quieren permitir que se recuerde las torturas de la policía franquista. Si esto no es enredar –por no decir algo malsonante- la historia poco nos queda por hacer a los historiadores.
Donde ahora se encuentra la Jefatura Superior de Policía Nacional en Barcelona es un edificio lleno de habitaciones y calabozos pero no hay, ni hubo, salas de torturas como sí hicieron los nazis en Alemania, Polonia y Austria, por ejemplo. Comparar, nunca, nunca es adecuado, pero en este caso es, además, mal intencionado. Durante la II República el edificio fue ocupado por la policía de la Generalidad y dos de sus máximos dirigentes, Miquel y Josep Badia, hermanos, fueron asesinados por militantes y simpatizantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) en abril de 1936. Y en agosto de ese mismo año la FAI ocupa el edificio del futuro “museo surrealista de ERC”, donde se empieza a encarcelar y castigar a personas simpatizantes con la derecha (sin distinguir en este caso entre nacionalistas o no). Actos, lógicamente, fuera de la leyes de la República. Tras la Guerra Civil la policía franquista ocupa el edificio y lo utiliza como Prefectura de Barcelona, cometiéndose en él castigos igualmente y encarcelando entre sus paredes a las personas disidentes durante la dictadura.
Así pues, pretender que un edificio de Barcelona, como la actual Jefatura Superior de Policía Nacional, se convierta en un “museo de los horrores”, omitiendo a una parte de los protagonistas, es intentar rescribir la historia. Es, sin tapujos, pretender enseñar a la ciudadanía que unos hechos ocurrieron en un lugar determinado de la ciudad dando a entender implícita, cuando no explícitamente, que no ocurrió nada más en ese lugar poco tiempo antes o poco tiempo después. Esto, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo define con una palabra, mentir: decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa; inducir a error; fingir, aparentar; falsificar algo.
En manding, kuma significa la palabra por excelencia, la que no miente, ni tergiversa. Algunos dirigentes nuestros no tienen la palabra kuma en su diccionario personal. Es una lástima, ya que de éstos depende nuestro futuro. Pero por suerte no depende nuestro pasado, que por mucho que lo intenten no podrán rescribir.
Diario Siglo XXI