Picasso y el Prado

Decreto por el que Picasso era nombrado director del Museo del Prado.

Decreto por el que Picasso era nombrado director del Museo del Prado.

El 26 de septiembre de 1936, Pablo Picasso se convirtió en el director del Museo del Prado, según consta en el decreto firmado por Manuel Azaña, presidente de la República española entonces. Sin embargo, la situación de guerra civil impidió que el artista malagueño ejerciera como tal. Ya estaba en Francia. El impulso internacional que el gobierno democrático quería expresar, con una decisión como esta, no fue suficiente. Tampoco el Guernica.

La “autoridad moral” de las causas en la Guerra Civil

Es cómico que comunistas marxistas se separen doctrinal y físicamente de los fascistas. ¿No se han enterado de que nazi significa nacional-socialista, y de que lo común a Lenin, Stalin y Hitler es una versión totalitario-mesiánica del socialismo? La divisoria está en defender un socialismo democrático -como empieza a plantearse Saint-Simon hacia 1815- y el socialismo eugenésico apoyado sobre el exterminio o cuando menos la esterilización de las clases medias altas. Resulta asombroso seguir oyendo que Hitler -un devoto incondicional de Lenin- no es socialista en su sentido. En España, por ejemplo, basta leer los textos de Ledesma Ramos y José Antonio para comprobar su adscripción a un totalitarismo dispuesto a fulminar tanto el derecho hereditario como la tradición liberal. Mi padre fue uno de los fundadores de la Falange (creo que hay una línea del Cara al Sol escrita por él) y, al igual que Ridruejo y otros muchos, empezó siendo socialista de Besteiro, decepcionado por atrocidades gratuitas como quemar conventos, violar monjas y asesinar a Calvo Sotelo, líder de la oposición. ¿Qué tal ver a Rubalcaba cosido a balazos por un capitán de la Policía Municipal, y a todo el PP aplaudiendo en Cortes la “liquidación de ese gusano”? Mi padre, que había luchado en el bando republicano, se pasó aprovechando la batalla del Ebro. Un análisis de las deserciones de cada bando -y disponemos de los datos oportunos- despejará cualquier duda sobre la autoridad moral de una u otra causa en aquel preciso momento. Por lo demás, jamás me podré perdonar las críticas que le hice a mi padre, y su amargura al ver que ese arrogante pipiolo era lo bastante trivial como para querer reeditar la Guerra Civil.

Antonio Escohotado, filósofo y profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología en la UNED, en una entrevista para la Revista Leer

El Parlamento de Cataluña durante la II República

El Área de Archivo del Parlamento autonómico de Cataluña ha digitalizado (todo en PDF) el Diario de Sesiones de la cámara regional de la II República. La primera acta (elección de la Mesa de la cámara) data del 6 de diciembre de 1932 y la última del 1 de octubre de 1938 (ya en plena Guerra Civil). Entre una y otra fecha se puede comprobar el vacío parlamentario que se vivió en el hemiciclo del Parque de la Ciudadela entre el 5 de octubre de 1934 (el día anterior a que Lluís Companys rompiera el orden republicano legal invocando el Estado Catalán, por el que fue detenido, juzgado y encarcelado) y el 29 de febrero de 1936 (con la lectura del telegrama de Manuel Azaña, presidente del Consejo de Ministros, permitiendo al Parlamento regional volver a realizar su función legislativa tras la suspensión de sus actividades).

El estallido de la Guerra Civil paralizó la actividad del Parlamento de Cataluña del 21 de julio de 1936, sesión prevista el 17 de julio, al 18 de agosto de 1937. En el Diario de Sesiones del 21 de julio (de una sola página) el presidente de la cámara Joan Casanovas dice:

Dadas las circunstancias [el pronunciamiento militar se produjo el 18 de julio] que requieren la máxima atención del Gobierno [regional] y de los señores Diputados de este Parlamento, así como visto el número de Diputados presentes [no cita ni el número ni el nombre], propongo que se levante la sesión, y para la próxima se avisará a domicilio. (Asentimiento). Queda acordado. Para las resoluciones urgentes, esta Presidencia procurará reunir la Diputación Permanente.

En ese mismo documento se han adjuntado tres hojas más anexas. Son las deliberaciones de la Diputación Permanente de la Cámara regional. El mismo 21 de julio toma cinco decisiones de las que cabe destacar tres: (uno) destinar 3 millones de pesetas, ‘para satisfacer una paga extraordinaria’, a los militares que han mantenido fidelidad a la ‘legalidad republicana’; (dos) aprobación de un Decreto-Ley para cubrir los gastos ‘urgentemente requeridos’ por Orden Público; y (tres) mostrar ‘el profundo dolor’ por la muerte del diputado regional Amadeu Colldeforns, que aunque no lo explique el texto de la Diputación Permanente sabemos que falleció el 19 de julio en los enfrentamientos con los sublevados. El resto de decisiones son transferencias de crédito y pagos de sueldos.

La siguiente sesión, 18 de agosto de 1937, se decide que no se volverán a convocar elecciones hasta que ‘no sea vencida la subversión militar fascista’ y a los tres meses de que esto ocurra, obligación que recaía en el presidente de la Generalidad según el artículo 33 del Estatuto Interior de Cataluña.

Kuma: la palabra

La historia se tergiversa a medida que la olvidan los protagonistas. O, para ser más exactos, la historia se enreda cuando desaparecen los protagonistas. Así ocurre en España actualmente. Hay ciertos políticos -que no han abierto un libro de historia desde que dejaron el instituto- que creen que gobernando en el presente (o controlando a los gobiernos actuales) pueden cambiar el pasado. Ya no sólo influir en el futuro sino que cambiar y modificar el pasado a gusto suyo.

Sorprende que ERC proponga en el Parlamento nacional que la sede de la Jefatura Superior de Policía Nacional en Barcelona (sita en Vía Layetana) se convierta en un museo de la represión franquista. Sorprende, sobre todo, porque se omite de forma deliberada las torturas que se cometieron por la policía de la Generalidad, y los anarquistas, antes que la actual sede de la Policía fuese ocupada por las tropas franquistas tras la Guerra Civil.

De esta manera, desde la filas de ERC se intenta borrar la historia de lo que sucedió durante la II República y la Guerra Civil en Barcelona, y tan sólo quieren permitir que se recuerde las torturas de la policía franquista. Si esto no es enredar –por no decir algo malsonante- la historia poco nos queda por hacer a los historiadores.

Donde ahora se encuentra la Jefatura Superior de Policía Nacional en Barcelona es un edificio lleno de habitaciones y calabozos pero no hay, ni hubo, salas de torturas como sí hicieron los nazis en Alemania, Polonia y Austria, por ejemplo. Comparar, nunca, nunca es adecuado, pero en este caso es, además, mal intencionado. Durante la II República el edificio fue ocupado por la policía de la Generalidad y dos de sus máximos dirigentes, Miquel y Josep Badia, hermanos, fueron asesinados por militantes y simpatizantes de la Federación Anarquista Ibérica (FAI) en abril de 1936. Y en agosto de ese mismo año la FAI ocupa el edificio del futuro “museo surrealista de ERC”, donde se empieza a encarcelar y castigar a personas simpatizantes con la derecha (sin distinguir en este caso entre nacionalistas o no). Actos, lógicamente, fuera de la leyes de la República. Tras la Guerra Civil la policía franquista ocupa el edificio y lo utiliza como Prefectura de Barcelona, cometiéndose en él castigos igualmente y encarcelando entre sus paredes a las personas disidentes durante la dictadura.

Así pues, pretender que un edificio de Barcelona, como la actual Jefatura Superior de Policía Nacional, se convierta en un “museo de los horrores”, omitiendo a una parte de los protagonistas, es intentar rescribir la historia. Es, sin tapujos, pretender enseñar a la ciudadanía que unos hechos ocurrieron en un lugar determinado de la ciudad dando a entender implícita, cuando no explícitamente, que no ocurrió nada más en ese lugar poco tiempo antes o poco tiempo después. Esto, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española lo define con una palabra, mentir: decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa; inducir a error; fingir, aparentar; falsificar algo.

En manding, kuma significa la palabra por excelencia, la que no miente, ni tergiversa. Algunos dirigentes nuestros no tienen la palabra kuma en su diccionario personal. Es una lástima, ya que de éstos depende nuestro futuro. Pero por suerte no depende nuestro pasado, que por mucho que lo intenten no podrán rescribir.

Diario Siglo XXI