Houellebecq y Europa

Coquetea Michel Houellebecq con los nacionalismos respecto a la Unión Europea. Los deseos de independencia de los países “se impondrán a medio y largo plazo”, dice el escritor en XL Semanal, que también incluye en estos empujes a Escocia y Cataluña. Francia es un caso único, admite, y muro para una operativa Europa federal. La Unión Europea está a medio camino, entre una unión de estados y un país federal, más cerca de una confederación que de una unión transnacional. Se cumplan o no los augurios del escritor francés, en Europa tenemos un problema: es incompatible unir si crece la voluntad nacionalista. En esto, Houellebecq tiene razón.

Publicado en "El Mundo", 12 de noviembre de 2017

Publicado en “El Mundo”, 12 de noviembre de 2017

Publicado en "La Vanguardia", 13 de noviembre de 2017

Publicado en “La Vanguardia”, 13 de noviembre de 2017

Polonia y República Checa son los casos extremos (minoritarios y violentos) de nacionalismo con presencia parlamentaria. Pero ahí está Hungría y su gobierno. Y el Brexit y medio Reino Unido. Sin olvidar media Escocia y un tercio de Cataluña. Y el susto de Austria. Y la patita en Alemania. Y los populismos en España e Italia. Con Le Pen en Francia. A los que cabe sumar los movimientos xenófobos del norte. Es necesario que Houellebecq se equivoque.

El día después

Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Raül Romeva pronunciaron este martes una conferencia en una de las salas del Parlamento Europeo. La charla -sin preguntas para los periodistas presentes, pese a que la Generalidad se gastó más de 120.000 euros en publicitar el acto en los medios de comunicación- fue convocada por tres eurodiputados independentistas de Cataluña.

Al acto acudieron menos de una veintena de diputados (el Parlamento Europeo tiene 751), a cual más peculiar, y los tres convocantes embarcaron en Barcelona con todos los gastos pagados a unas 165 personas para escuchar a Puigdemont, Junqueras y Romeva, entre los que había alrededor de quince menores de edad y a los que hay que sumar el séquito institucional.

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De Szeged a Vic

La Unión Europea (UE) no vive sus mejores momentos, es evidente. El brexit (y sus mentiras) es solo la puntilla que en el mejor de los casos nos llevará a una nueva forma de entender la unión de estados europeos. O avanzamos (con las consiguientes renuncias de las naciones y sus gobiernos) o nos quedamos como estamos (con los riesgos de desintegración paulatina y resquebrajamiento de derechos sociales). No hay más opciones. Y para avanzar, que es la apuesta más inteligente a medio y largo plazo en un mundo no ya global sino plano, hay que fijar los cimientos de una UE solidaria, justa, equilibrada y decidida. Solo así se podrá hacer frente a los retos que el fin de las naciones nos planteará. Es decir, hay que alejarse de los populismos locales y de los que afectan a toda Europa. Es triste leer como se aferran al nacionalismo más rancio en Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa. O como triunfan las ideas de los Le Pen en Francia y de Farage en el Reino Unido. Solo nos puede dar vergüenza ajena (europea, eso sí) leer las medidas que el Gobierno de Dinamarca pone en marcha contra ciudadanos que no nacieron en la UE. Es la hora de que nos lo tomemos en serio y poner las bases para que nuestros hijos lleguen a tener el mismo pasaporte que los hijos de los varsovianos. Es la hora de que nos importe lo que sucede en Szeged igual que nos importa lo que sucede en Vic, Monforte de Lemos o Trujillo.

Irse

Nigel Farage: “Cuando vine aquí hace 17 años para liderar una campaña con el objetivo de irnos de la UE, ustedes se reían de mí. Ahora no se ríen de mí, ¿no?”.

Carles Puigdemont: “Lo único que podemos hacer es irnos [de España, y por tanto de la UE] lo antes posible”.

François Hollande: “Por no querer la libre circulación de personas los británicos perderán su acceso al mercado interior. A partir de ahora los populistas sabrán a lo que se exponen cuando propongan irse de la UE”.

Sin hoja de ruta europea

Ganó claramente el “no” en el referéndum griego propuesto por el Gobierno de Alexis Tsipras (Syriza) contra las medidas de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Incertidumbre a la vista. ¿Qué pasará con Grecia como país de la zona euro? ¿Qué pasará con la Unión Europea? Nadie puede mirar hacia otro lado -tampoco la troika- cuando los que sufren son los ciudadanos griegos, jubilados pensionistas, parados y más desfavorecidos socialmente, sobre todo. Y, a la vez, todos los europeos tenemos un problema ya que el sistema monetario único no puede salir adelante con disfunciones como la griega. ¿Qué medidas se pueden llevar a cabo si ni el Gobierno ni los ciudadanos griegos están dispuestos a asumirlas? De momento, calma. Aunque los griegos no tienen mucho tiempo. Algunos, no pueden más. En cuanto al populismo, sorprende -como anécdota, en este caso, sí a tener en cuenta- la posición coincidente de radicales ultras de la derecha con los más extremos de la izquierda. Así, tras el “no”, han mostrado su satisfacción Nigel Farage (UKIP) y Marine Le Pen (Frente Nacional), por un lado, y Pablo Iglesias (Podemos), por otro. También Beppe Grillo (Movimiento 5 Estrellas) se mostró favorable al “no”. Europa entra en un nuevo tiempo. Nadie sabe hacia dónde.

Soberanía al volante

Se habla de soberanías. Pertenecer a la Unión Europea (UE) representa haber cedido una parte de la misma de cada uno de los países miembros (28). Es decir, de los ciudadanos, que aceptamos que algunas decisiones (sobre todo legislativas y jurídicas) no se tomen a nivel nacional. Se ha cedido soberanía pero no se ha renunciado a ella. La UE es un gran club -el mejor que hemos tenido en Europa, pese a todo, cuando echamos la vista atrás- y tiene sus condiciones. Un club, por cierto, nada asimétrico, pero con ribetes confederales, y con unas normas comunes. Este jueves, sin ir más lejos, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha fallado contra las decisiones de Polonia y Lituania en un tema aparentemente baladí. ¿En qué lugar de los coches debe ir el volante, en el asiento derecho o en el izquierdo? De los 28 estados, solo en el Reino Unido y en Irlanda se circula por la izquierda con el volante del vehículo en la derecha. Polonia y Lituania habían decidido que, en sus países, esos coches se tenían que adaptar y mover el volante a la izquierda. El TJUE ha dicho que no, que los estados no pueden impedir -con este tipo de decisiones- la venta o la circulación de coches de la UE. ¿Son menos soberanos los ciudadanos de Polonia o Lituania? No. Tienen la capacidad de decidir si sus países se mantienen en la UE o salen del club, pero si quieren pertenecer al mismo -como eso parece- han de aceptar que la decisión del lugar en el que se sitúa el volante en los coches no la tomen solo los ciudadanos polacos o lituanos.

‘The New York Times’ da la ‘bienvenida’ a la Unión Europea de Zapatero

José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno y, durante los próximos seis meses, de turno de la Unión Europea, ha recibido la bienvenida por parte del diario neoyorquino en un artículo publicado este lunes. El texto, firmado desde París, radiografía “la nueva Europa” para los próximos meses. Tratado de Lisboa, Van Rompuy, Ashton, el papel “de segundo nivel” jugado por la UE en la Cumbre de Copenhague, el elevado déficit que sufren la mayoría de los países europeos, las elecciones regionales francesas, las elecciones parlamentarias en el Reino Unido y, sobre todo, Zapatero. A John Vinocur -que firma el texto- le sorprende que nuestro presidente, que dirige un país con una tasa de paro del 19,3% y una deuda cercana al 11%, vaya a ser el impulsor del crecimiento económico de la UE para los próximos diez años. “Hasta la fecha, hay indicios de incoherencia”, añade Vinocur, que critica la convocatoria de una serie de cumbres durante la Presidencia española, entre la UE y Marruecos, América Latina u Oriente Medio, que no resuelven el problema de “miseria económica” que vive España. Leire Pajín y su acontecimiento “planetario” entre Zapatero y Obama también tiene espacio en el artículo del Times, que recuerda que Zapatero vendió buques de guerra a Chávez en 2005 y salió “unilateralmente” de Iraq, en 2003, pese a que el entonces candidato demócrata a la presidencia de los EEUU, John Kerry, le pidió que reconsiderase la decisión.

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