En algún lugar del barrio de San Andrés de Barcelona, ‘Reinventemos el ocio, organicemos la rabia’:
Foto DTG (con móvil) a las 14:52 horas del 25 de diciembre de 2008
En algún lugar del barrio de San Andrés de Barcelona, ‘Reinventemos el ocio, organicemos la rabia’:
Foto DTG (con móvil) a las 14:52 horas del 25 de diciembre de 2008
Barcelona, hoy (día de niebla y frío):
El Área de Archivo del Parlamento autonómico de Cataluña ha digitalizado (todo en PDF) el Diario de Sesiones de la cámara regional de la II República. La primera acta (elección de la Mesa de la cámara) data del 6 de diciembre de 1932 y la última del 1 de octubre de 1938 (ya en plena Guerra Civil). Entre una y otra fecha se puede comprobar el vacío parlamentario que se vivió en el hemiciclo del Parque de la Ciudadela entre el 5 de octubre de 1934 (el día anterior a que Lluís Companys rompiera el orden republicano legal invocando el Estado Catalán, por el que fue detenido, juzgado y encarcelado) y el 29 de febrero de 1936 (con la lectura del telegrama de Manuel Azaña, presidente del Consejo de Ministros, permitiendo al Parlamento regional volver a realizar su función legislativa tras la suspensión de sus actividades).
El estallido de la Guerra Civil paralizó la actividad del Parlamento de Cataluña del 21 de julio de 1936, sesión prevista el 17 de julio, al 18 de agosto de 1937. En el Diario de Sesiones del 21 de julio (de una sola página) el presidente de la cámara Joan Casanovas dice:
Dadas las circunstancias [el pronunciamiento militar se produjo el 18 de julio] que requieren la máxima atención del Gobierno [regional] y de los señores Diputados de este Parlamento, así como visto el número de Diputados presentes [no cita ni el número ni el nombre], propongo que se levante la sesión, y para la próxima se avisará a domicilio. (Asentimiento). Queda acordado. Para las resoluciones urgentes, esta Presidencia procurará reunir la Diputación Permanente.
En ese mismo documento se han adjuntado tres hojas más anexas. Son las deliberaciones de la Diputación Permanente de la Cámara regional. El mismo 21 de julio toma cinco decisiones de las que cabe destacar tres: (uno) destinar 3 millones de pesetas, ‘para satisfacer una paga extraordinaria’, a los militares que han mantenido fidelidad a la ‘legalidad republicana’; (dos) aprobación de un Decreto-Ley para cubrir los gastos ‘urgentemente requeridos’ por Orden Público; y (tres) mostrar ‘el profundo dolor’ por la muerte del diputado regional Amadeu Colldeforns, que aunque no lo explique el texto de la Diputación Permanente sabemos que falleció el 19 de julio en los enfrentamientos con los sublevados. El resto de decisiones son transferencias de crédito y pagos de sueldos.
La siguiente sesión, 18 de agosto de 1937, se decide que no se volverán a convocar elecciones hasta que ‘no sea vencida la subversión militar fascista’ y a los tres meses de que esto ocurra, obligación que recaía en el presidente de la Generalidad según el artículo 33 del Estatuto Interior de Cataluña.
Por más que uno intenta comprender a los indocumentados la ciencia ha dispuesto que no podamos saberlo todo. Joan Tardà, catedrático de Instituto en Cornellá (Barcelona), es un tipo afable, bonachón y culto, según me indica una persona que nos conoce a ambos. Alguien que cree en lo que dice -me ha asegurado otro que trabaja muy cerca de él-, que le duele votar en contra de sus principios cuando la política le obliga. No se puede poner en duda, pues, su capacidad intelectual y mucho menos su inteligencia. Todo esto va en su contra, no crean.
Por más que uno lee y escucha lo que el diputado de ERC -los diputados representan al pueblo pero no solo a los que les han votado sino que a todo su conjunto- escupió este sábado, desde la tribuna que los cachorros de ERC le habían dispuesto, no entiende qué es lo que Tardà echa de menos de la República. República, por otro lado, que queda circunscrita a la Segunda, es decir la que fue de 1931 a 1936 (hasta el 39, si me apuran), ya que la Primera ni se cita por los propios republicanos del siglo XXI. Vamos, que el republicanismo español actual no se ciñe a un modelo sino que añora unos años concretos.
Pues bien, por más que uno sitúa y contextualiza estos datos, contextualizar es lo que ha pedido ERC tras la repercusión de las palabras de Tardà, no se sabe qué es lo que el diputado independentista -más que republicano- añora de la Constitución de la II República española (1931). Veamos.
Artículo 1: […] La República constituye un Estado integral, compatible con la autonomía de los Municipios y las Regiones. Artículo 4: El castellano es el idioma oficial de la República. Todo español tiene obligación de saberlo y derecho de usarlo, sin perjuicio de los derechos que las leyes del Estado reconozcan a las lenguas de las provincias o regiones. Salvo lo que se disponga en leyes especiales, a nadie se le podrá exigir el conocimiento ni el uso de ninguna lengua regional. Artículo 12: Para la aprobación del Estatuto de la región autónoma se requieren las siguientes condiciones: […] b) Que lo acepten, por el procedimiento que señale la ley Electoral, por lo menos las dos terceras partes de los electores inscritos en el Censo de la región. Si el plebiscito fuere negativo, no podrá renovarse la propuesta de autonomía hasta transcurridos cinco años. Artículo 13: En ningún caso se admite la Federación de regiones autónomas. Artículo 48: El servicio de la cultura es atribución esencial del Estado, y lo prestará mediante instituciones educativas enlazadas por el sistema de la escuela unificada. Artículo 50: […] Es obligatorio el estudio de la lengua castellana, y ésta se usará también como instrumento de enseñanza en todos los centros de instrucción primaria y secundaria de las regiones autónomas. El Estado podrá mantener o crear en ellas instituciones docentes de todos los grados en el idioma oficial de la República. Artículo 67: El Presidente de la República es el jefe del Estado y personifica a la Nación. Y así, un largo etcétera.
La Constitución de 1931 y los diputados republicanos sentados en el Congreso no permitirían un autogobierno para la Generalidad de Cataluña ni la mitad de ambicioso del que se dispone -el mayor autogobierno de la historia de Cataluña- y que, gracias a ERC, está en manos de José Montilla. ¿Es realmente republicano el señor Tardà? Puede ser, pero antes es independentista, lo cual significa que en el sistema democrático actual y en cualquier sistema democrático que hayan visto pasar los españoles es incompatible con la República. ¿Acaso no hay un régimen republicano en Francia? ¿Acaso permite esta República francesa la independencia de Córcega? ¿Y la italiana la independencia del norte de la península de la bota? ¿Acaso opta el señor Tardà por implantar una república como la del país galo donde la descentralización es administrativa pero no legislativa? ¿Se es menos republicano en Chipiona que en Cornellá no ser independentista? Seamos serios, ERC no aspira a un cambio de sistema democrático, no aspira a una república. Y si no, hagan la prueba del algodón. Pregunten a un dirigente, militante o votante de ERC ¿qué prefiere: una Cataluña independiente y monárquica o una España integral y republicana?
Una encuesta en Público, el día que se aseguraba en la portada del diario que la Constitución no es la Biblia -los mismos, por cierto, que están cada día enmendando el conjunto de libros canónicos-, ponía de manifiesto la distancia entre la línea editorial del periódico y la realidad social. Entre las preguntas -a 803 personas- que se planteaban, todas de indudable polémica, había una que destacaba por encima del resto por la contundencia de la respuesta obtenida:
Es, como ha dejado escrito Kobol, la respuesta más clara de los entrevistados en relación a las posibles reformas constitucionales. Es la lucha del entrevistado, se supone que fiel reflejo de la sociedad, con el diario que en numerosas ocasiones, desde la primera a la última de sus firmas, ha defendido la inmersión lingüística obligatoria en catalán. Imaginamos que no se volverá a ver escrito en el periódico una frase como esta: “la mayoría de la población está conforme con la inmersión lingüística en Cataluña…”, por el bien de la credibilidad de Público.