La globalización tiene estas cosas y, entre ellas, esta es buena. Qué duda cabe que la gripe porcina –si se confirma que la culpa la tiene el cerdo– no hubiera salido de Veracruz (México) sin la ayuda de la misma globalización (así, aquí, en despectivo). Pero, qué duda cabe, igualmente, que sin la globalización (así, aquí, en superlativo) el mismo virus se tardaría en controlar y erradicar más de lo previsto. Eso esperamos.
Cui prodest?
La conspiranoia que rodea al virus de la gripe que afecta, principalmente, a México ya ha puesto el negocio a trabajar. ‘La conspiración del cerdo’, lo llaman acertada y humorísticamente en lainformacion.com. Pero el asunto no es de comedia, más bien de thriller: en Suiza, un recipiente con el virus ha causado cierto pavor; y, en Estados Unidos, la misma Casa Banca ha tenido que salir al paso desmintiendo relación alguna entre la muerte del director del Museo Nacional de Arqueología de México y la reciente visita de Obama al país. Todos tranquilos, sobre todo en el PSOE, Obama no tiene la gripe.
Los más de lo más conspiranoicos se estarán haciendo ya la pregunta del millón -es decir, la respuesta del millón-: cui prodest? Y, efectivamente, alguien siempre gana en los totum revolutum. Las farmacéuticas ayer (la australiana Biota, fabricante de una vacuna contra la gripe, subió más de un 80% en bolsa) y las farmacéuticas hoy (el Nikkei ha cerrado, este martes, con ganancias, sobre todo, por la subida un 14% de Chugai Pharmaceutical, que comercializa el medicamento Tamiflu para los síntomas de la gripe en Japón). ¡Ya tenemos conspiración preparada! Y con el patrocinio de las aerolíneas y hoteleras, las que pierden en este cui prodest?
Entre el virus y el terremoto
Por otro lado, los desastres nunca suelen venir solos y México sufrió un terremoto este lunes griposo. Lo primero que hicieron los habitantes de la capital, tal y como ha relatado Jacobo García para El Mundo, fue salir a la calle y desobedecer la única consigna gubernamental para que el virus no se propague más: aislarse en sus casas y no acudir a lugares donde reine la aglomeración. Una moneda con dos lados oscuros, la gripe por un lado y el terremoto por el otro.
Y tenemos, finalmente -aunque no serán los últimos-, a los que apuntan a herramientas como Twitter como posibles culpables de la paranoia generalizada que envuelve al escabroso y, en muchos casos, demasiados ya, lamentable asunto de la gripe porcina. En otro siglo el virus se hubiera expandido, probablemente, sigiloso, con pie firme y sin dejar reaccionar a los humanos. Las cosas han cambiado, lógicamente, para bien.