La Generalitat de Cataluña aplica la inmersión lingüística obligatoria en catalán en las escuelas públicas. Un sistema que es de inmersión para los niños castellanoparlantes, pero que es de educación -sin más- para los catalanoparlantes, pues a estos no se les inmersiona en ninguna lengua que no sea la suya propia. Al margen de esta consideración quedan, como no, los niños bilingües, que existen. Doy fe de ello.
Las escuelas privadas, las que quieren, aplican la inmersión lingüística en inglés, francés, alemán o italiano, por ejemplo. Y los colegios concertados -privados que reciben dinero de la Generalitat para mantener el sistema de educación universal- juegan sus cartas: precios más bajos que los privados con ofertas atractivas en servicios, instalaciones, sistema educativo y, también, lingüístico.
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