Que quede claro: Ciudadanos está en contra de la inmersión lingüística obligatoria en Cataluña. Nadie debe dudar de esto. Y dejémoslo dicho también, ya: para Ciudadanos, que se aplique este sistema educativo -pese a lo que han ordenado los tribunales de justicia- no es una línea roja para negociar un posible gobierno en España.
Así lo han señalado, directa o indirectamente, los dirigentes de la formación naranja en las últimas semanas. Carlos Carrizosa, en declaraciones a El País (28 de febrero): “No puedes estar con un mensaje unívoco en cosas que no son prioritarias para la sociedad”. Se refiere a la defensa del bilingüismo en Cataluña. Poco después, en rueda de prensa (domingo, 6 de marzo), el mismo Carrizosa confirmaba que el pacto con el PSOE no toca la inmersión lingüística en las escuelas de Cataluña. Si Ciudadanos quiere crecer, viene a decir la dirección del partido, la formación debe abandonar ciertas posiciones aunque estas sean nucleares y fueran motivo para su fundación a partir de 2005.
También por omisión se fija la posición de un partido político. Se desconoce una propuesta de Ciudadanos -verbal o por escrito- en el Ayuntamiento de Barcelona sobre el tema que tratamos -sobre todo teniendo en cuenta que parte de la enseñanza escolar dependiente de la Generalidad está transferida a la ciudad-, y pronto hará un año de las elecciones municipales. Tiempo ha habido. Si no se ha hecho es porque no se ha querido hacer, pues donde ha habido voluntad se ha hecho. Ejemplo: Lérida. De hecho, el acuerdo de Ciudadanos con el PSC en esta ciudad es lo más relevante que ha conseguido el partido naranja en Cataluña desde su nacimiento.
El acuerdo con el PSOE en materia lingüística es vago, insuficiente y ambiguo. Es tan así que, unas horas después de firmarlo, el propio líder de los socialistas aseguró (en una entrevista para La Vanguardia, 28 de febrero) que el acuerdo no toca ni una coma de la inmersión lingüística obligatoria. Poco después, su número dos por Madrid, y del PSC, Meritxell Batet, decía lo mismo en RAC1, 3 de marzo: “La inmersión lingüística queda intacta”. Y, a la vez, Miquel Iceta, líder del PSC, señalaba en Ràdio 4, también el 3 de marzo, que: “La inmersión no se toca”. No hace falta recordar (¿o sí?) que la Generalidad de Cataluña lleva incumpliendo la aplicación del modelo lingüístico constitucional en las escuelas desde, al menos, 1994, según sentencia del Tribunal Constitucional (decisión ratificada en todas y cada una de las siguientes sentencias de los tribunales, ya sean del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña como del Tribunal Supremo o del mismo Tribunal Constitucional).
Teniendo en cuenta que este pacto, entre socialistas y centristas, tiene pocos visos de llegar a buen puerto, uno se pregunta cómo es posible que Ciudadanos haya pasado por alto el asunto de la inmersión lingüística obligatoria aunque solo sea de cara a la próxima cita electoral, que probablemente será en pocos meses. Es incomprensible. Sí. Y más aún si se analizan los resultados de la formación naranja en las elecciones del pasado 20 de diciembre y en la anterior cita a nivel nacional, las elecciones al Parlamento Europeo. Sus números en Cataluña fueron malos, mucho peores de lo esperado. Y solo maquillados por un buen resultado en otras zonas de España.
El partido que lidera Albert Rivera juega en primera división y está a punto de conseguir plaza para la Champions League. Por lo tanto, hay que exigirles estar a la altura de las circunstancias. También cuando se sientan a negociar con otros partidos. Su pacto con el PSOE, en un punto tan trascendental como el de la aplicación de la ley y el respeto a los derechos lingüísticos, es un abandono total a una de las razones que llevaron a fundar el partido: acabar con la discriminación por motivo lingüístico en las aulas de Cataluña, tal y como se recoge en el Primer Manifiesto de 2005 y, explícitamente, en el Segundo Manifiesto de 2006. Una discriminación que se sigue aplicando con total impunidad en Cataluña.
No puede ser que el gravísimo envite del independentismo (referéndum de secesión y declaración de independencia), actual y real, con ayuda de una extraña izquierda que no tiene parangón en Europa (solo hay que ver la deriva de Podemos en el País Vasco y el engaño permanente del PSC en Cataluña, que sigue alejándose de sus bases obsesionado con un referéndum secesionista enmascarado en segunda vuelta de una supuesta reforma constitucional), haga que se mire para otro lado en un tema nuclear y que es la clave del nacionalismo catalán: la inmersión lingüística obligatoria. Lo urgente no puede dejar de lado a lo importante.
Pero, pese a todo, este análisis puede estar equivocado. Esta es la única pregunta que deben responder los dirigentes de Ciudadanos: si Pedro Sánchez se convirtiera en presidente del Gobierno de España, gracias al pacto firmado con Ciudadanos, ¿a partir de septiembre se seguiría aplicando la inmersión lingüística obligatoria en las escuelas de Cataluña? Es una pregunta oportuna y una respuesta necesaria… no vaya a ser que la formación naranja se convierta en importante pero no útil.