El PSC y la ‘estelada’

Recorte de la imagen publicada en "El Mundo" (30 de mayo de 2016).

Recorte de la imagen publicada en “El Mundo” (30 de mayo de 2016).

Los jugueteos del PSC con la estelada, como muestra la imagen de este post de una manifestación celebrada este domingo en Barcelona contra las decisiones del Tribunal Constitucional. Con sus consecuencias. Como si no hubiera un ayer. El PSC, tan juguetón. Pero no hay que olvidarse del PP, tan torpón.

Un fuerte laxante

Francesc Valls recoge en una síntesis periodística, publicada hoy en el suplemento Quadern de El País, los fantasmas nacionales que rodean la historia de Cataluña a través de tres obras firmadas por José Álvarez Junco, Gabriel Tortella (y otros) y Jordi Canal. La crítica al nacionalismo catalán desde los hechos y sin complejos se puede hacer (y es necesaria) sin extralimitarse del ámbito de la investigación histórica. En Cataluña, después de tanto tricentenario (1714-2014), absurdo, sin contexto ni base histórica y absorbido por algunas necesidades políticas partidistas actuales, cabe aplaudir la desmitificación que los especialistas en la materia intentan llevar a cabo de invenciones pasadas.

Hijos

“Sí, hay que invertir mucho tiempo en hablar con los hijos, disfrutar, reírte con ellos. Son tus aliados, enseguida nos entendemos con una mirada. Lloramos con sus problemas, nos preocupan sus inquietudes, nos sienta mal cuando les dejan de lado y les enseñamos como siempre hay que acoger a todo el mundo, pues ¡qué mal se siente uno cuando no cuentan con él! Si estás con tus hijos, no debes sentir que estás perdiendo el tiempo. Si pasa, algo va mal, y debes arreglarlo, pues tus hijos son tu pasado más reciente, tu eterno presente y tu inminente futuro. Tú decides”.

Rosa Pich-Aguilera Roca, en Cómo ser feliz con 1, 2, 3… hijos? (Editorial Palabra, 2013)

Contra España [fisking]

La estelada —estrellada, con estrellas— que inventó el coronel Macià [falso, la estelada la creó Vicenç Albert Ballester, que entre otras muchas cosas firmaba artículos de prensa bajo el pseudónimo VIC I ME, es decir: Visca la Independència de Catalunya i Mori Espanya] como símbolo secesionista, en la estela de la emancipación cubana, es una bandera defectuosa [¿imperfecta?].

Es facciosa [bien, admitimos ya, que o bien es símbolo de la rebeldía armada o de la perturbación pública], porque representa solo a una facción de la ciudadanía catalana. Es antinacional, porque se pretende opuesta al símbolo nacional catalán por excelencia, la senyera, consagrada como oficial en el Estatuto. Y carece de tradición democrática [vamos bien], porque durante la dictadura los jóvenes rebeldes nos congregábamos a la sombra de las cuatro barras (y de la bandera roja): y su competidora, hélas, nunca comparecía [¿eing? ¿No será carente de democracia por eso, no? ¿O acaso también tiene dicha carencia la bandera de Barcelona?]. Pero las personas que la llevan, la ondean y se enorgullecen de ella merecen todos los respetos [por supuesto], porque en su nombre no se ha cometido ningún crimen [¡hombre, hombre, hombre! ¡Qué frágil es la memoria! ¡Pero mucho, mucho, mucho!]. Y porque constituye emblema de un sueño pelín disparatado y bastante nocivo [¿seguro que es nocivo?], pero que no engendra violencia [pues sí, sí la genera]. De modo que entonemos, con Voltaire: “No comparto tu opinión, pero daría mi vida por defender tu derecho a expresarla” [pues no, no es una frase de Voltaire, como bien sabe Junqueras…].

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Cuando los medios atacan: el caso de Tey en Londres

El jueves 12 de mayo de este año tuvo lugar una conferencia-coloquio del presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont (CDC), en Londres, convocada por el think tank Chatham House. Tras su intervención -en inglés- Puigdemont respondió -en catalán- a las preguntas del público. Entre estas, la realizada por Miriam Tey, editora y miembro de la Junta Directiva del Grup de Periodistes Pi i Margall.

Sin embargo, la información por los escasos medios de comunicación que se hicieron eco de la conferencia-coloquio, y que incluyeron el turno de preguntas en sus piezas informativas, ha respondido más a la ya triste estrategia de señalar al adversario político que a la de informar de lo sucedido.

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Motivos por los que comprar un periódico, o muchos, cada día

A los motivos obvios (información y conocimiento personales) y sabidos (tener opinión crítica y criterio propio) hay que añadir el de poder leer columnistas libres como Patxo Unzueta y Fernando Savater, en El País; Pedro G. Cuartango y Arcadi Espada, en El Mundo; Julio Valdeón (hijo, obviamente) y Sergio Fidalgo, en La Razón; José García Domínguez e Ignacio Camacho, en Abc; Gregorio Morán y Lluís Foix, en La Vanguardia; y Joaquim Coll, en El Periódico. Sin olvidar las tribunas invitadas. No sobran los motivos para comprar un periódico, varios o muchos cada día. Y leerlos. Pero no faltan motivos, tampoco.

El CAC ‘absuelve’ a Sastre del asesinato de Bultó

El 16 de diciembre de 2015, el periodista Xavier Graset entrevistó al ex miembro de Terra Lliure Carles Sastre en el canal 3/24 (canal de información continua de la televisión autonómica de la Generalidad de Cataluña). Sastre estuvo en prisión condenado en 1985 por asesinar al empresario José María Bultó en 1977 y también fue prófugo de la justicia. A Graset no le pareció relevante recordar durante la entrevista estos detalles sin importancia pese a que la importancia de la voz de Sastre es, básicamente, su activismo histórico nacionalista y su bagaje terrorista. El Grup de Periodistes Pi i Margall presentó una queja formal y argumentada ante el Consejo del Audiovisual de Cataluña (CAC) por lo que es, a todas luces, una mala praxis periodística. Como era de esperar, el CAC -divido por la mitad, cuyo acuerdo se ha aprobado con el voto de calidad del presidente y con un voto particular firmado por tres de los seis consejeros- considera que el periodista no llevó a cabo ninguna mala praxis profesional. Vamos, que casi se merece el Pulitzer. Así, pues, para el CAC, como para TV3 (hasta que se demuestre lo contrario) y Graset, Bultó no fue asesinado por Sastre sino que “murió”; Sastre no fue miembro de un grupo terrorista y estuvo en la cárcel por asesinato sino que fue un “preso político”; y Sastre no fue un prófugo de la justicia sino que pasó a vivir en “la clandestinidad”. Y todo esto con las muletas grasetienses siguientes para definir a los terroristas de Terra Lliure: “Militantes históricos del independentismo”, miembros de “organizaciones independentistas” y, el redoble, por favor, “gran reserva del independentismo”. Si se despistan en el CAC absuelven a Sastre del asesinato de Bultó. Ni la BBC.