Interés por el PSC

Primarias del PSC de Barcelona. Los dos candidatos que pasan a la segunda vuelta (Jaume Collboni y Carmen Andrés) son los considerados más alejados del independentismo. Aunque todos tienen sus matices. Jordi Martí pierde, pese a tener el apoyo del hombre-marca ya ex PSC. Lamentable que se queje de una posible utilización de ciertos colectivos, por parte de uno de los ganadores, el mismo que utilizó a Pasqual Maragall para su propio beneficio. Estos resultados ponen de manifiesto lo lejos que están los independentistas del PSC de la realidad sociológica y militante (simpatizante) del partido. Eso sí, cuentan con una ayuda mediática -Ara y TV3, sobre todo- desmedida. Una ayuda, por cierto, que tiene en Pere Navarro su mayor cómplice al hacer un seguidismo autodestructivo inexplicable. El pobre balance en la participación (7.463 personas) debería alertar, igualmente, a la dirección socialista. No hay pasión ni interés por el PSC. Por no haber, no hubo ni pucherazo independentista. Ardua tarea para el que gane.

Libre comercio

Dos panfletos publicados en febrero de 1848 cambiaron la historia de Karl Marx en tanto que figura a tener en cuenta desde entonces. Los dos escritos significaron el punto de no retorno en la implicación política (no solo en la teoría) del filósofo alemán. Marx tenía previsto intervenir en un congreso internacional de economistas celebrado en Bruselas, entre el 16 y el 18 de septiembre de 1847. A tal efecto preparó un discurso, pero no llegó a intervenir; por lo que esas palabras no se llegaron a pronunciar jamás. Poco después, en febrero de 1848, la no intervención de Marx se convirtió en un panfleto editado y publicado. Como los grandes personajes de la historia, la vida y la ideología del alemán están llenas de contradicciones. Así, por ejemplo, en apenas un lustro pasó de defender el libre comercio, al lado de los ortodoxos del libre mercado, a propugnar una revolución comunista. El congreso de economistas se concibió, sobre todo, para respaldar el libre comercio mundial, para lo que Marx había preparado un discurso con su voto afirmativo porque… así se llegaría antes a la inminente revolución comunista: “Dicho brevemente, el sistema de libertad comercial acelera la revolución social. Es solamente en ese sentido revolucionario, señores, que voy a votar a favor del libre comercio”. ¿Qué habría sucedido si realmente hubiera pronunciado estas palabras rodeado de economistas? Este discurso, como señala Jonathan Sperber en su magnífica biografía sobre Karl Marx, es poco conocido. El segundo panfleto que se publicó ese mismo mes de 1848 es algo más popular y manoseado, se titula el Manifiesto comunista, y es, para Sperber, “una obra maestra literaria: un texto compacto, conciso, elegante, potente y a la vez sarcástico y divertido”.

Libres

Barcelona, invierno 2014 / Foto: DTG

Barcelona, invierno 2014 / Foto: DTG

“El consell hi dóna el seu assentiment”

Acta del Consell Assessor de RTVE a Catalunya

Dia: 24 de març de 2014, 16:00 hores
Lloc: Seu del CARTVE a Catalunya

[…]

4. Propostes, precs i preguntes.

El conseller senyor Daniel Tercero García demana que el Consell faci constar en acte el seu pesar per la mort, ahir, del senyor Adolfo Suárez González, que a més d’haver estat el primer president democràtic del Govern espanyol després de la dictadura va ser també director general de RTVE i va contribuir al restabliment provisional de la Generalitat de Catalunya, amb el retorn de l’exili del president Josep Tarradellas Joan. El consell hi dóna el seu assentiment.

“Nunca pasan por la reflexión previa”

“Yo repito a menudo que en España está ocurriendo un fenómeno muy grave: las cosas entran por el oído, se expulsan por la boca y no pasan nunca por el cerebro… casi nunca pasan por la reflexión previa. Pero es un hecho que está ahí; que sucede. Y luchar contra ello es muy difícil… Yo he intentado combatirlo muchas veces… ¡Y así me va! […] Así me va… Soy un hombre absolutamente desprestigiado. Sé que he llegado a unos niveles de desprestigio bastante notables… he sufrido una enorme erosión”.

Adolfo Suárez, en una entrevista realizada en 1980 para Abc, publicada por primera vez en 2007

Soberanía al volante

Se habla de soberanías. Pertenecer a la Unión Europea (UE) representa haber cedido una parte de la misma de cada uno de los países miembros (28). Es decir, de los ciudadanos, que aceptamos que algunas decisiones (sobre todo legislativas y jurídicas) no se tomen a nivel nacional. Se ha cedido soberanía pero no se ha renunciado a ella. La UE es un gran club -el mejor que hemos tenido en Europa, pese a todo, cuando echamos la vista atrás- y tiene sus condiciones. Un club, por cierto, nada asimétrico, pero con ribetes confederales, y con unas normas comunes. Este jueves, sin ir más lejos, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ha fallado contra las decisiones de Polonia y Lituania en un tema aparentemente baladí. ¿En qué lugar de los coches debe ir el volante, en el asiento derecho o en el izquierdo? De los 28 estados, solo en el Reino Unido y en Irlanda se circula por la izquierda con el volante del vehículo en la derecha. Polonia y Lituania habían decidido que, en sus países, esos coches se tenían que adaptar y mover el volante a la izquierda. El TJUE ha dicho que no, que los estados no pueden impedir -con este tipo de decisiones- la venta o la circulación de coches de la UE. ¿Son menos soberanos los ciudadanos de Polonia o Lituania? No. Tienen la capacidad de decidir si sus países se mantienen en la UE o salen del club, pero si quieren pertenecer al mismo -como eso parece- han de aceptar que la decisión del lugar en el que se sitúa el volante en los coches no la tomen solo los ciudadanos polacos o lituanos.

No lo dijo pero lo interpretamos

Captura de pantalla de la noticia recogida por 'El Periódico'.

Captura de pantalla de la noticia recogida por ‘El Periódico’.

Levito por un momento tras leer el titular de El Periódico sobre la noticia que recoge el acto celebrado esta mañana en Madrid cuyo protagonista ha sido el presidente del Tribunal Constitucional (TC), Francisco Pérez de los Cobos. Las doce palabras son estas: “El presidente del TC acusa a Mas de ser un gestor insolidario”. ¡Madre mía! ¡Qué fácil se lo pone a los que quieran recusarle! Se me pasan por la cabeza los casos en los que el Alto Tribunal tiene que dilucidar recursos en los que Mas, directa o indirectamente, en tanto que presidente de la Generalitat, está implicado. Sin embargo, antes de elevar la indignación, vuelvo el culo al asiento. No puede ser, me digo. No creo que existan este tipo de magistrados, tan poco dados a saber que una cosa es lo que haya dicho/publicado antes de ser miembro del TC y otra, que lo diga/publique mientras es magistrado del Alto Tribunal. Vamos a ver qué dicen otros medios de lo que dijo, no vaya a ser que se les haya ido la mano a los del Grupo Zeta. La Vanguardia, ni rastro de Mas. El País, nada. Nada. Solo queda hacerse con el discurso de Pérez de los Cobos y comprobar personalmente qué dijo y por qué Mas estará frotándose las manos y preparando la petición de recusación. Este es el texto. Nueve páginas. ¡Por Dios! Ni cita a Mas, ni a la Generalitat, ni… ¿Entonces, qué les ha pasado a los de El Periódico? Nadie lo sabe. O sí, pero no tiene nada que ver con el periodismo (“acusa”, “arremetido”…). Caso aparte es lo de Ara, que le ponen la salsa diferencial a la nota de Efe, que ya interpreta lo suyo, como El Mundo. Interprétese, interprétese, pero no se diga lo que no se dijo.

Tumbas

La construcción de monumentos es uno de los elementos patrióticos en todos los países. En ocasiones son una muestra más de exacerbación nacionalista.  José Álvarez Junco le dedica una decena de páginas en su Mater dolorosa al concepto de monumento patriótico en el imaginario español. En Cataluña, por ejemplo, el tricentenario de la Guerra de Sucesión es motivo suficiente para inundar la agenda institucional de actos y conmemorar una serie de batallas -sobre todo la de Barcelona- cuyo epicentro festivo se centra en los restos históricos localizados en el Borne. En esta línea, las tumbas también gozan de buena salud sentimental. Así, hay que recordar que Artur Mas acudió a ver en 2010 a Wifredo el Velloso, muerto hace más de 1.100 años. Ahora, en Madrid, en unas semanas, empezarán a buscar -una vez más- los restos de Miguel de Cervantes. Una mezcla de cultura y turismo.

Guerras civiles más que revoluciones

“Si el federalismo trató de dividir la nación en cantones, la Restauración, o 1856 y 1875 juntos, consiguieron dividirla en clases y formas de pensamiento con apenas nada, salvo la fuerza, para mantenerlos juntos a todos. Toda revolución divide, pero las más fructíferas reúnen las naciones en forma nueva, restauran ese grado de homogeneidad, ese sentido -aunque imperfecto- de comunión de intereses y creencias sin los cuales no puede haber desarrollo continuado. El sino de España fue soportar guerras civiles más que revoluciones”

Victor Gordon Kiernan, en La revolución de 1854 en España (Aguilar, 1970)

Gysi tiene razón

Gregor Gysi: “Los vascos se preguntan por qué ellos no tienen derecho a convocar un referéndum para decidir si quieren pertenecer a España; los catalanes se preguntan por qué ellos tampoco pueden convocar un referéndum sobre su pertenencia a España; y también los ciudadanos de Crimea. […] Yo mantengo mi opinión: la independencia de Crimea sería una violación del derecho internacional, igual que lo fue la independencia de Kosovo”. Con estas palabras, el portavoz de La Izquierda ha reprochado a Angela Merkel que Alemania apoyara en su momento la secesión unilateral de Kosovo y que, con su decisión -unida, sobre todo, a la de Estados Unidos; sin el respaldo de España-, se abriera la caja de Pandora. Merkel ha señalado que no hay comparación alguna entre Crimea y Kosovo. Tampoco hay comparación entre Cataluña y Escocia. Sin embargo, el caso de Kosovo sí es un precedente a nivel internacional. No en vano es reclamado por los nacionalistas catalanes y por los secesionistas crimeos. La política internacional tiene estas cosas: Rusia, que no reconoce el Estado kosovar, apoya a los independentistas crimeos con el argumento del caso de Kosovo. En estas, Gysi plantea el meollo del debate a nivel supranacional. La coherencia. De momento, el único país que no la ha perdido es… España. Ya no queda ni The New York Times, diario que nada dice de Kosovo y menos aún de Texas.

Batet y O’Donnell

Tarragona recuerda la casa en la que nació Batet / Foto: DTG

Tarragona recuerda la casa en la que nació Batet / Foto: DTG

Domingo Batet fue uno de los militares más íntegros que dio la década de los años 30 del siglo XX. Olvidado durante el franquismo (fue fusilado en 1937), la democracia ha ido recuperando, lentamente, el papel que jugó durante la II República y los primeros meses de la Guerra Civil (lejos de su participación en la sanjuana de 1926). Batet se mantuvo fiel a la legalidad republicana, tanto en 1934 (dio orden de bombardear el Palau de la Generalitat de Cataluña, tras el intento de insurrección de Lluís Companys) como en 1936 (oponiéndose al golpe de Estado de Franco).

Echando la vista atrás, otro personaje podría situarse como contrapunto de Batet. Se trata de Leopoldo O’Donnell. En 1854 fue uno de los cabecillas del pronunciamiento conocido como la vilcalvarada, luego renombrado como revolución, y que le llevó al gobierno. Tras la salida del ejecutivo del viejo Espartero, O’Donnell ocupó la presidencia unos meses (en 1856) y se dedicó a aplastar la resistencia de la milicia que le había ayudado dos años antes. De esta manera, el que después sería honrado con el Ducado de Tetuán, pasó de promover una revolución a acabar con ella. En siglos distintos, pero ante situaciones políticas similares, Batet y O’Donnell actuaron de forma diferente.

Vilar, los borbones y el turnismo

Pierre Vilar, marxista y uno de los mejores hispanistas que ha dado Francia, se despachó a gusto con los borbones del siglo XIX en su Historia de España (publicado en París en 1975). Define la política del XIX español como un encadenamiento de “intrigas, comedias y dramas”, protagonizada por la baja formación de sus reyes. De Fernando VII destaca que su reinado (1814-1833) se caracterizó por “la brutalidad y la mediocridad del poder”. Al monarca lo reduce a “pobre intrigante” durante todo el tiempo. Su hija (1833-1868), tampoco se salva: “Isabel fue peor”. Y de Alfonso XIII (1886-1931), como antaño su abuela, dice que “había llegado a ser ‘insoportable’ al pueblo español”. Al margen de las críticas queda Alfonso XII, quizás porque a este rey no le diera tiempo para mucho (de 1874 a 1885, murió a los 27 años).

Sin embargo, Vilar no carga (a la obra le sobran adjetivos y difícilmente se justifican en una publicación de historia) solo contra la monarquía. Esto señala de los políticos y los que les rodeaban en esa época: “En verdad, el siglo XIX español ofreció más comedias que dramas: conspiraciones, intrigas y a veces corrupción. Ésta raramente alcanzó a los grandes políticos. Pero su clientela no era pura: los escándalos municipales de las grandes ciudades fueron cosa corriente. Bajo la Restauración, el ‘turno’ político llegó a implicar el cambio alternativo de personal en la sinecura administrativa. La función pública llegó a ser beneficio y no oficio. El pueblo comparó la política a una chuleta en que a cada lado le corresponde su vez de estar al fuego”.

Absolutistas y liberales

El siglo XIX español tiene entre sus características la historia de los pronunciamientos. Estos golpes militares fueron importantes tanto por su número como por su determinación. Así, desde la llegada al trono de Fernando VII hasta la de Alfonso XII (un periodo de tiempo de unos 60 años) se llevaron a cabo más de 40 pronunciamientos de especial relevancia. José Canalejas, por su parte, en un discurso ante las Cortes en 1881 eleva el número a 81. Julio Busquets, en su obra Pronunciamientos y golpes de Estado en España, recoge el recuento de Juan Varela, quien entre 1843 y 1848 contabilizó 38 pronunciamientos y el recuento de S. R. Alonso, quien asegura que en los 40 años que van de 1814 a 1854 se dieron 300. Los pronunciamientos son siempre militares pero los llevan a cabo tanto absolutistas como liberales, y generalmente los protagonistas consiguen sus objetivos con proclamas, manifiestos y revueltas. Hay cierto mito popular en todo esto. Sumando pronunciamientos y golpes de Estado (tanto del XIX como del XX) solo (y este “solo” es por la comparación con la cantidad de pronunciamientos y golpes o intentos que hubo) se asaltó el Congreso en dos ocasiones: el ataque que llevó a cabo el general Manuel Pavía en 1874 -que no entró a caballo pese al dicho popular- y la intentona golpista de 1981.